Para hacer al horno, las calabazas más dulces son las redondas. Se precalienta el horno a máxima potencia durante 20 minutos, mientras se corta la calabaza en dos, lo más simétricamente posible. Se riega con un chorrito de aceite de oliva y se esparce una generosa dosis de azúcar (puede ser sustituído por miel si nos gusta más).
Se saca la bandeja del horno y se introduce la calabaza envuelta en papel de plata, de esta manera el azúcar que se haya caramelizado se puede recuperar. Como esta era enorme, la he tenido una hora y media haciéndose (lo más efectivo para saber cuando está en su punto es pincharla con un palillo, si entra fácil es que ya está cocida). Entonces se destapa y se deja media hora más para que se tueste un poco por arriba. Al tratarse de dos mitades, hay que ir intercambiándolas de lugar cada media hora, y a la hora del tueste, cada cuarto. De esta manera las dos reciben la misma temperatura a la vez.